viernes, 20 de noviembre de 2009

Quinto Sertorio


Nacido en el seno de una humilde familia de la aristocracia rural en el 122 a. C, ingresó muy joven en el ejército sirviendo a las órdenes de su tío, el siete veces cónsul Cayo Mario.
Tuvo su bautismo de fuego en la campaña africana, donde las tropas romanas dirigidas por Mario derrotaron a las huestes del rey númida Yugurta.
Tras la campaña africana, formó parte de las legiones que combatieron las hordas de germanos que tenían intención de instalarse en la Península Itálica, fue en esta campaña donde Quinto Sertorio comenzó a darse a conocer entre el pueblo romano, ya que además de sus valerosas intervenciones militares, fue capaz de infiltrarse entre los germanos, en concreto entre el pueblo Cimbrio, en calidad de espía, dando a conocer a sus superiores una información que se demostraría básica en el favorable final de la contienda..
Después de las Guerras Germanas, Quinto Sertorio fue enviado como tribuno militar a Hispania, obteniendo grandes honores por su comportamiento en el campo de batalla, entre ellos la Corona Civitas.
Tras su exitosa estancia en Hispania, Sertorio combatió a la confederación de pueblos Itálicos que se sublevaron contra Roma en el marco de la llamada Guerra Social, donde siguió cosechando éxitos.
Quinto Sertorio siempre tuvo una gran admiración por Cayo Mario, lo que le llevó a formar parte del grupo que Mario encabezaba, denominados Populares, los cuales pugnaban por conseguir el poder en Roma con la facción compuesta por la aristocracia más conservadora, los optimates, y liderada por Lucio Cornelio Sila. Esta filiación le llevó a participar de forma activa en las luchas que enfrentaron a los líderes de ambos grupos, Mario y Sila, marcadas por tremendos baños de sangre, y que concluyeron con Sila tomando el timón de la República como Dictador.
Sila practicó una política de exterminio contra todos los antiguos seguidores de Cayo Mario, este hecho llevó a Sertorio a buscar refugio en Hispania, donde organizó un pequeño ejército de antiguos soldados que sirvieron a las órdenes de Cayo Mario, e intentó plantar cara al dictador, pero esta resistencia acabó en una estrepitosa derrota que obligó a Quinto Sertorio a huir al norte de África.
En África Sertorio se puso al servicio de diferentes reyes en calidad de mercenario, cuenta la leyenda que incluso tuvo la intención de crear un reino en las islas Canarias. Sus notables éxitos en África llegaron a oídos de los lusitanos que nuevamente se habían levantado contra el dominio de Roma, viendo en la figura de Sertorio el general que necesitaban para llevar sus tropas hasta la victoria.
Sertorio organizó un ejército en el que supo aunar la pericia del guerrillero ibérico con el entrenamiento exhaustivo romano, una novedosa táctica militar que le traería grandes satisfacciones. Las victorias se fueron sucediendo, y como consecuencia muchos de los pueblos hispanos se unían a la lucha contra Roma.
Fueron de tal calibre los éxitos de las huestes de Sertorio que fue declarado enemigo público de Roma. Se apoderó de gran parte de la Península Ibérica, y durante ocho años, al igual que Viriato mantuvo en jaque a la República Romana en las llamadas Guerras Sertorianas.
Pero los éxitos empezaron a esfumarse, Roma mandó a sus mejores tropas al mando de Metelo, y posteriormente de Pompeyo, quienes a pesar de las derrotas iniciales comenzaron a ganarle terreno.
Llegado a este punto, Sertorio se encontró con la deserción de gran parte de sus tropas, que vieron una inminente derrota, y con que su dominio territorial se redujo a la ciudad de Osca (actual Huesca), fue en este lugar donde uno de sus compañeros de armas le traicionó dándole muerte mientras disfrutaba de un banquete.
Este fue el epílogo de uno de esos grandes personajes que surgieron en los años finales de la República, como Mario, Pompeyo o Julio César entre otros, que unen las cualidades más sobresalientes del hombre, con las más bajas, no en vano, Sertorio fue protagonista de episodios bastante negros, como la matanza ejecutada en Roma contra los optimates o la ejecución de los hijos de la nobleza indígena que estaban recluidos en Osca. Así pues nos encontramos con un hombre equiparable a los grandes héroes de Roma, pero cuya historia es menos conocida, quizás porque la historia no la escriben los vencidos.