miércoles, 30 de mayo de 2012

El Duque de Wellington: Ganador de batallas, perdedor de riñas.


Retrato de Wellington por Goya.
Sir Arthur Wellesley, Duque de Wellington, es considerado una de las personalidades más importantes de la Historia Europea del Siglo XIX, como uno de los más prominentes generales ingleses, durante las Guerras Napoleónicas, particularmente al frente de la Guerra de la Independencia Española. No obstante en esta entrada pondremos en entredicho dicha gallardía, al salir escopeteado en las historias que a colación comentamos:

El General Castaños tiene el honor de ser el primero en derrotar a las tropas napoleónicas en territorio andaluz. En la víspera de la Batalla de Bailén, se le presentaron en su Cuartel General dos oficiales ingleses, el General Picton y su ayudante, con el objetivo de ofrecer a Castaños, en nombre de Welligton, para que dispusiese de más fuerzas para enfrentarse a los franceses, en concreto siete mil ingleses que aguardaban en Gibraltar. Castaños, agradeció el gesto de los ingleses pero no aceptó por dos motivos que explicó seguidamente: “Primero, poseo fuerzas más que suficientes para batir al enemigo, y segundo, os manifiesto que no me importaría gran cosa que un golpe de mano de la Escuadra francesa pusiera en su poder la plaza de Cádiz, porque la recobraríamos enseguida; en cambio si los ingleses la guarnecieran, no la volveríamos a ver más”. Concluyó espetándole al inglés: “Las cosas claras y el chocolate espeso”. El intérprete de los oficiales se quedó estupefacto y preguntó al General Castaños: “Mi General, no sé cómo se dice chocolate en inglés. Además no sé que es”. Castaños sorprendido, optó por la guasa: “Dígale que chocolate es la contraseña para pasar por entre los centinelas del campamento”. Y los ingleses salieron tan panchos gritando “Chocolate”. Castaños reía, sabedor de que tenía ganado a Cádiz de las artimañas de los ingleses.

Otro retrato realizado por Goya al Duque de Wellington

 La siguiente historia está sacada de las memorias de Mesonero Romanos, el cual fue un escritor madrileño que vivió gran parte del siglo XIX. Se destaca como escritor costumbrista, sobre todo en la pintura de gentes, lugares y ambientes de Madrid. En sus memorias, Memorias de un Setentón, natural y vecino de Madrid (Madrid, 1881), Mesonero narra un acontecimiento del que se jactaría que fue real, aunque los biógrafos de Goya declinan su veracidad. La historia tiene lugar en agosto de 1812, en Madrid y está protagonizada por dos personajes históricos, Goya y Wellington, y tuvo dos testigos, el General Álava y el hijo de Goya. Al parecer Wellington quería tener un retrato suyo realizado por Goya, así acompañado de su amigo, el General Álava, fue a “La casa del Sordo”, la casa de Goya. Llegados al piso, el pintor se puso a ello. Cuenta Mesonero que en una hora Goya hizo un bosquejo del retrato. Al enseñárselo al inglés, éste mostró su disconformidad, opinando que era una mamarrachada, no aceptando dicho trabajo. Álava le pidió al hijo del pintor que trasladase al artista lo dicho por Wellington. Pero Javier, hijo del artista, previniendo un altercado, no quería transmitir el enojo del otro. Pero Goya pese a su sordera atisbaba lo que ocurría. Mesonero incide en que Goya echó el ojo a las pistolas cargadas que siempre tenía sobre la mesa. La situación se volvió tan tensa que Goya se abalanzó finalmente a las pistolas y el inglés hizo por desenvainar la espada. Solo la actitud conciliadora de los dos testigos hizo que al final la sangre no llegara al río. Fue precisamente uno de estos dos testigos quien muchos años más tarde contaría la historia presuntamente a Mesonero Romanos.

Pero como no queremos ser tan rastreros con la figura del inglés, hemos de destacar que sus victorias en el campo de batalla, sirvieron de inspiración a Beethoven que le compuso una obra orquestal en 1813 para celebrar la victoria de las tropas británicas, españolas y portuguesas, comandadas por el Duque de Wellington Sir Arthur Wellesley, sobre el ejército francés en los alrededores de la ciudad de Vitoria el 21 de junio de ese mismo año. Pero como este inglés tiene tan mala suerte en este blog diré para finalizar que el mismo compositor catalogó su oda al inglés de auténtica basura.