Marco Licinio Craso fue uno de los grandes triunviros romanos, junto a Cayo Julio César y Cneo Pompeyo Magno. Los tres formaron el primer Triunvirato, con el objetivo de controlar Roma en el año 60 a.C. En el 72 a.C. acabó con la revuelta de esclavos liderada por Espartaco en Apulia y castigó a los esclavos mediante la crucifixión de seis millares de ellos a lo largo de la vía Apia. Ávido de gloria militar se unió a Pompeyo y César en el Triunvirato. Así, en el año 53 a. C. con Julio César en las Galias y Pompeyo en Hispania, Craso buscaba fama militar en la parte oriental del Imperio, por lo que se hizo cargo de la campaña contra los partos, un poderoso reino oriental, medio bárbaro y medio griego que ocupaba los territorios de los actuales Irán, Irak y parte de Turquía. Al frente de un imponente ejército de 45.000 soldados, estaban compuestos por siete legiones, 4.000 arqueros y 4.000 jinetes que se encontraban al mando de su hijo mayor, Marco Licinio. El encuentro con los partos tuvo lugar en Carrhae siendo vencido el ejército romano. Dieron muerte a Craso e hicieron prisioneros a más de 10.000 de sus soldados. La historia es que en el 20 a.C. romanos y partos firman la paz y acordaron la devolución de los prisioneros de Carrhae, pero los restos de aquellas legiones ya no estaban, como si nunca hubieran existido.
Nos cuenta Plinio el Viejo en su Historia Natural que los prisioneros fueron llevados a Margiana, región del Asia Central. Era una zona rodeada de montes en un entorno de 1.500 estadios y de difícil acceso. En esta zona fue fundada por Alejandro Magno en el 328 a.C. una de las muchas ciudades que llevaron su nombre (Alejandría). Dicha ciudad fue destruida por los escitas y reconstruída por Antíoco I a principios del 300 a.C. quién la rebautizó como Antioquía. Este rey, pobló la ciudad con súbditos sirios. Esta ciudad existía todavía en época de Orodes II de Partia y allí fue donde envió a los prisioneros romanos. Aquí se pierde la pista de los 10.000 y es donde entra en juego la leyenda. La legión perdida reaparece en las crónicas chinas de la dinastía Han en el año 36 a.C. En ese año el general Gan Yanshou emprendió una campaña militar en los territorios fronterizos occidentales contra los nómadas xiongnu, antecesores de los hunos. La "Historia de la Dinastía Han Occidental" del biógrafo Ban Gu incluye una biografía del general Gan Yanshou, en ella Ban Gu narra que el ejército chino se encontró con un extraño contingente. Su baluarte estaba rodeado por una empalizada de madera y con una infantería desplegada en una formación similar a la tortuga, una formación de batalla de las legiones romanas, en la que los soldados se cubrían mutuamente con los escudos, formando un techo de hierro que protegía por completo cuerpos y extremidades (ver imagen superior). El ejército chino venció pero aquella infantería vencida supuso tal admiración en los chinos, que les perdonaron la vida a los últimos 1.000 soldados, los cuales, según Ban Gu, fueron destinados a la provincia de Gansu donde fundaron la ciudad de Liqian (nombre chino que denominaba a Siria) para proteger la gran muralla de los invasores. Sobre lo que fue posteriormente del resto de los soldados ya son meras especulaciones.
En el año 1955 el historiador americano Homer Hasenpflug Dubs encajó los datos de Plutarco y Plinio con las crónicas históricas de la dinastía Han. Leyendo las antiguas crónicas el historiador argumentó que el topónimo LiJien, documentado desde el año 5 de nuestra era, no es sino una variante china de "legión", un nombre que designaba también a Roma desde que los antiguos chinos tuvieron noticias de su opulencia y poder a través de sus comerciantes en Alejandría
La legión perdida, ¿realidad o leyenda?
2 comentarios:
En mi opinión, ésta es una de esas historias que con el paso del tiempo y por las investigaciones sacadas a través de muchos estudios.Podríamos decir,que dentro de la leyenda existe algo de verdad.
Precisamente es el paso del tiempo lo que convierte a una historia de la que apenas se conoce en leyenda.Si es cierto que hay verdad en esta historia a la que nos remitimos pero a partir de hipotesis y especulaciones, lo que la convierte, a mi parecer, en fantástica.
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