jueves, 18 de agosto de 2011

Los medios de comunicación estadounidenses en la Guerra de Irak.



La Guerra de Irak llevada a cabo en 2003 por parte de Estados Unidos y sus aliados fue preparada por el gobierno norteamericano desde distintos frentes, en el que el papel de los medios de comunicación actuó como uno de ellos de manera determinante, manifestándose en dos momentos: un primer momento, antes de la invasión, preparando un clima propicio a la intervención, y en segundo lugar, durante el conflicto, ofreciendo una amplia cobertura para la nación. La necesidad de Estados Unidos y sus aliados de justificar ideológicamente una posible invasión se conformó a través de tres argumentos fundamentalmente: la existencia de armas de destrucción masiva en territorio iraquí -que suponía una violación de las condiciones tras la primera Guerra del Golfo-, los vínculos del dictador Sadam Husein con la organización terrorista Al-Qaeda y los planes de Irak de adquirir uranio para la fabricación de armamento nuclear. El objetivo esgrimido era por tanto, garantizar la seguridad internacional a través del derrocamiento del “satánico” régimen de Hussein.

En Estados Unidos, esta necesidad de evidenciar la amenaza iraquí se realizó con la creación de una base documental elaborada por las agencias de inteligencia basada en gran medida a través de testimonios de desertores iraquíes y convenientemente difundida a través de una enorme y agresiva campaña de relaciones públicas. En esta operación de relaciones públicas fueron dos elementos los que jugaron un papel determinante: de un lado los llamados Think Tanks y de otro, los medios de comunicación, constituyendo ambos el principal brazo propagandístico ante la misión de crear una opinión favorable a la guerra.
El papel jugado por los Think Tanks debe encuadrarse dentro del giro radical de la política exterior estadounidense hacia posiciones más agresivas bajo la administración Bush. Varios de los miembros del entonces gobierno de Bush pertenecían a estos grupos de ideología neoconservadora, herederos de la doctrina del “Destino Manifiesto” y la realpolitik cuyas tesis cobraron importancia a raíz de los atentados del 11 de septiembre.

En cuanto a los medios de comunicación, sin duda constituyeron el elemento más decisivo a la hora de constituir un clima propicio ante la guerra. En este sentido, los diferentes medios estadounidenses controlados en su mayoría por grandes empresas, contribuyeron quizás de manera “irresponsable” como han sugerido algunos autores, a dar validez a las pruebas emitidas desde la administración Bush, alimentando así el clima de temor entre la población con argumentos ya indicados como la amenaza nuclear y calificando de “antipatriotas” a aquellos intelectuales como Gore Vidal o Noam Chomsky, contrarios a la intervención, así como al resto de ciudadanos con similares opiniones.

Una vez comenzada la invasión, la presión ejercida por los grandes medios de comunicación ante el gobierno estadounidense, hizo que este aceptara en permitir que un grupo de periodistas acompañara al ejército, de manera que relatarían de primera mano a la nación el desarrollo del conflicto. Sin embargo, la narración de los hechos, lejos de ser objetiva, constituyó un relato parcial e interesado. El grupo de periodistas que acompañaron a las tropas, fueron denominados con el término de embedded -empaquetados o empotrados- y durante el tiempo en que realizaron su función, estuvieron sujetos a cierto tipo de reglas, que, aunque aparentemente no suponían un freno a la libertad de expresión, a la hora de la verdad, sí hicieron que la nación contemplara una guerra diferente a la que vieron el resto de países. De esta manera, los ciudadanos norteamericanos vieron la guerra desde uno sólo de los frentes en el conflicto, sin poder tener una visión del otro bando, algo que se antoja fundamental si lo que se persigue es la objetividad.

Por último, es importante mencionar la cuestión de los numerosos periodistas arrestados, secuestrados, desaparecidos y fallecidos durante la guerra. La mayoría de estas muertes fueron provocadas por el denominado “fuego amigo”, por proyectiles lanzados por tropas estadounidenses. El suceso más relevante al respecto, fue el ataque perpetrado con lanzamiento de misiles desde tanques norteamericanos al “Hotel Palestina”, en el que se encontraban alojados cerca de cuatrocientos periodistas y que se cobró la muerte de dos de ellos, así como varios heridos. Entre las víctimas mortales, se encontraba la del cámara español, José Couso.
 
Varios casos como el del “Hotel Palestina” ocurridos durante la guerra de Irak, así como el aumento exponencial de muertes de periodistas en los diferentes conflictos armados desde entonces, dan pie a creer que los periodistas están siendo señalados como un “objetivo de guerra” más. En este sentido, creo que a nadie se le escapa que estos se constituyen, en muchas ocasiones, como un “testigo incómodo” y más aún en este tipo conflictos, en los que son reiteradas las violaciones de derechos humanos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La eliminación de los periodistas es una de las principales características de la guerra moderna, no vaya ser que muestren la verdad de estos conflictos.
Enhorabuena por el artículo.