Según el diccionario de
la Real Academia Española de la lengua la palabra trocha tiene entre
sus acepciones; “vereda o camino angosto que sirve de excusado, o
de atajo para unir una parte”, y es sin duda ésta una denominación
que viene como anillo al dedo para aquel antiguo camino que a modo de
atajo partía de la ciudad Algeciras, y tras discurrir por las
sierras algecireñas y tarifeñas desembocaba frente a laguna de la
Janda.
La difícil orografía
que rodea la orilla Peninsular del estrecho de Gibraltar, salpicada
por los últimos estertores del sistema Subbético provoca que las
comunicaciones entre Tarifa y Algeciras nunca hayan sido fáciles, y
por tanto el viaje entre las poblaciones gaditanas se presentaba cómo
una aventura llena de obstáculos. Antes de la construcción de la
N-340 entre ambas localidades el itinerario discurría por la llamada
“Colada de la Costa”, este camino se presentaba como una vía no
exenta de dificultad salpicada por numerosas elevaciones, que para
más complicaciones dejaban al viajero indefenso ante los vientos y
temporales que periódicamente y con virulencia actúan en la la zona.
Tampoco hay que dejar de lado un peligro mucho mayor procedente de la
berberia, este peligro no es otro que las continuadas razzias
realizadas por los piratas berberisco sobre la costa andaluza y
levantina, sobre todo en los siglos XVII y XVIII. Estas incursiones
causaban grandes estragos entre los núcleos de población asentados
en la costas mediterráneas, así que no era de extrañar que un
viajero cuyo destino final fuera Algeciras acabará sus días cómo
esclavo en Argel o Trípoli.
Como alternativa al
citado camino costero el viajero que desde Cádiz tenía como destino
Algeciras o viceversa, podía atajar por La Trocha. Éste era
un camino de los llamados de herradura debido a la imposibilidad del
transito de carromatos por él, sólo a lomos de una cabalgadura o a
pie los viajeros podían recorrer su angosto y estrecho trazado.
La Trocha
supuso acortarle una jornada a la ruta entre las dos bahías
gaditanas, siendo este ahorro de tiempo su mayor ventaja respecto al
camino de la costa. Pero esta alternativa tampoco estaba libre de
peligros, pues a los obstáculos propios de una zona salpicada de
numerosos accidentes geográficos (pendientes, bosques, desfiladeros, gargantas ...) no podemos olvidarnos de los numerosos salteadores que
salpicaban el camino, y que al acecho del viajero no dudaba en
asaltarlo. La mayoría de estos bandoleros eran jornaleros del corcho
y carboneros que completaban sus exiguos salarios con las bolsas y
pertrechos de los desafortunados caminantes.
Un
ejemplo de la dificultad y peligrosidad que entrañaba La
Trocha la encontramos en el
viajero inglés Richard Ford, quien en el año de 1832 en su camino
de Cádiz a Gibraltar atajo por dicho sendero extrayendo la siguiente
impresión: “..era una cabalgadura y peligrosa,
especialmente en el paso de La Trocha, infestado de contrabandistas,
que cuando pueden se vuelven rateros y ladrones”
Camino
empedrado, cuyo origen se remonta a época romana, fue testigo del
paso de gentes de toda condición y clase. Su declive como vía
transitada comenzó en el año 1869 a raíz de la inauguración del
servicio regular de diligencias entre Cádiz-Algeciras,
posteriormente tras la creación de la primera estación del
ferrocarril a finales del XIX, y en 1910 del servicio regular de
autobuses, el camino de La Trocha
fue quedando en desuso hasta que finalmente la mejora de la carretera
Tarifa-Algeciras dejo sin sentido esta ruta. Consecuencia de este
hecho fue también el abandono de los tres puntos de descanso y
recuperación que representaban las ventas situadas a lo largo del
trayecto; venta de Ojén,
venta de las Corzas y
la venta de La Trocha.
Por
último queda decir que en la actualidad el antiguo camino vuelve a
ser transitado por amantes del senderismo que no dudan en
experimentar las sensanciones que en otro tiempo soldados,
caballeros, jornaleros, aventureros, buhoneros,...y por supuesto
bandoleros vivieron en su paso por La Trocha.
Tramo empedrado del sendero en la actualidad. |
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